En general, estoy contenta con la respuesta de los alumnos hayan aprobado o no, porque al menos han mostrado interés durante las sesiones a través de preguntas y la realización de actividades que había programado. Como dije en una de las entradas anteriores, las primeras sesiones me sirvieron para comprobar que la programación puede ser una, pero la realidad me obligó a cambiar lo que yo había pensado enseñar en clase. Así, quité contenido más teórico y me basé más en la práctica y en que los alumnos aprendieran cosas útiles en su día a día.
Me llevo un buen recuerdo de casi todos los alumnos, contadas excepciones, a los que he tenido oportunidad de conocer en todos los cursos. Creo que si se sabe tocar los botones adecuados, casi todos los adolescentes pueden engancharse a las clases y a aprender, aunque en clases tan grandes y con alumnos tan diferentes se vuelve mucho más complicado.